El camino del diálogo nos puede mostrar dónde están las coordenadas para el futuro, pero hay que ser valientes y hacerse cargo de las desconfianzas para encontrar las soluciones.
Texto: Alfredo Zamudio, Centro Nansen para la Paz y el Diálogo
Los puentes no se construyen desde la mitad del río
En toda situación de crisis donde se busca una transformación pacífica, hay tres factores importantes: los que saben qué sucede, los que pueden hacer algo y los que deciden si se hace. Cuando hay mucha desconfianza, estos no se comunican ni colaboran fácilmente. Hay que hacerse cargo de las desconfianzas para encontrar las soluciones que se necesitan. Y para eso, hay que trabajar a ambos lados de las divisiones. Los puentes no se construyen desde la mitad del río, hay que sondear primero los fundamentos a ambos lados de las brechas que nos separan. Hay que atreverse a escuchar los miedos, los rencores y las memorias.
Diálogo no es negociación
Hay gente que se molesta cuando le hablan de diálogo, porque creen que es lo mismo que negociación o mediación. Mientras la negociación y la mediación priorizan los resultados, el diálogo se basa en el proceso, donde se van descubriendo las dificultades (que pueden ser muchas), y las soluciones (que pueden ser escasas). Si no logramos escuchar atentamente, vamos demasiado rápido y nos pasamos varios pueblos de largo, no logrando ver dónde están las oportunidades.
Para valientes
El camino del diálogo es para valientes, porque hay que atreverse a escuchar lo incómodo y abrirse a la posibilidad que uno no tiene toda la versión de lo que el otro piensa o ha vivido, con la situación que nos separa. Cuando hay dolor e historias no escuchadas, las desconfianzas pueden ser profundas, y no son fáciles de cambiar. La escucha activa y la humildad son elementos esenciales para crear el espacio seguro para esas conversaciones difíciles.
Hechos, necesidades y sentimientos
Dialogar no significa aceptar lo que es injusto. Hablar con el contrincante no es igual a la claudicación de los ideales o derechos. Transformar un conflicto en forma pacífica significa hablar sobre los hechos, necesidades y sentimientos, pero siempre y cuando nos veamos como iguales y con el mismo derecho de vivir en esos espacios compartidos.
Viaje épico
Dialogar es una forma de comunicación que se centra en comprender «al otro», en lugar de intentar convencerlo de que tú tienes la razón. El diálogo no se trata de aceptar lo inaceptable, de justificar crímenes, ni de olvidar, sino que entender el punto de vista del otro y también decirle todo lo que tú tienes que decir. El diálogo es un viaje épico, donde podemos construir una historia común y recuperar la confianza que necesitamos.
El lugar más bajo de la pirca
El diálogo es un proceso adaptativo, cuyo éxito depende de la calidad de las conversaciones y de la escucha. Quienes se embarcan en un proceso de diálogo, se embarcan en un viaje a tierra incógnita. Igual que cuando vamos a lugares que no conocemos, no se trata sólo de llegar a destino, sino que la travesía en sí nos enseña cosas que no sabemos. Cuando no hay nada de confianza y necesitamos construir en conjunto, el diálogo puede ayudar a encontrar el lugar más bajo de la pirca, por el cual podemos cruzar sin fallar en el primer intento.
Las coordenadas para el futuro
Si no logramos construir algo en conjunto en el primer intento, por lo menos hemos aprendido algo que no sabíamos. Y podemos volver a probar. La historia nos muestra que el reencuentro de los pueblos no es un camino en línea recta. Puede ser un camino difícil. El diálogo nos puede dar las coordenadas para navegar en esas dificultades.
El futuro compartido
Si tenemos un mejor mapa para los desafíos de hoy y de mañana, sabremos dónde construir puentes, dónde tener más cuidado y cómo llegar seguros a nuestro punto de destino. Por el camino del diálogo podemos llegar al futuro compartido que necesitamos y que podemos construir.
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